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| Candela en el parque |
Hoy me ha pasado una de esas cosas que te dejan todo el día pensativa. De paseo por Zaragoza con mi hija, Candela, me encuentro a un señor de la edad de mi padre paseando a su hija (de mi edad aproximadamente) en silla de ruedas debido a una parálisis cerebral. El señor se para para decirme que aprovechara mucho el momento tan bonito que estaba viviendo con mi hija de dos años porque esos años no vuelven. En ese momento he pensado que hombre más majo, siendo que seguro que él no lo había vivido nunca con su hija con parálisis cerebral. En ese momento, me dice que su hija, Silvia, tenía una hija de cuatro años y medio a la que no conocía; Silvia está así tras una infección en el parto, sufrió una parada cardíaca y difícilmente volverá a recuperarse. Hemos charlado un buen rato sobre la vida que tenía Silvia antes del parto, su hija, sus cuidados, ... ¡impresionante testimonio!.
Me hacía mucho hincapié en que siempre contaba su historia para que se supiese que aún hoy, en el siglo XXI, siguen pasando estas cosas y porque cree en la necesidad de que todos valoremos los momentos maravillosos que la vida nos depara.
Candela le ha echado un beso a Silvia para despedirnos, a lo que se ha puesto súper contenta (su padre dice que es a uno de los poco estímulos que responde, a los niños) y ha empezado a gritar. Candela se ha asustado y ha estado un rato después de irnos muy callada y seria. Yo tampoco he podido dejar de pensar en lo afortunada que soy de tener una hija sana.
La anécdota más divertida es cuando me ha dicho que él era el protagonista del anuncio de Balay, el que vimos en Diciembre de 2012 y que homenajeaba a un trabajador con más de treinta años de experiencia y a su hija que actualmente trabaja en la misma empresa. Lo he buscado rápidamente en internet para volver a verlo, y efectivamente, es él, y se llama Luis. Que estas palabras sirvan de homenaje a todos esos padres cuidadores que se merecen un millón de homenajes.
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